APERRIBAY, LA ABEJA REINA

Opinión | Cruz Auerbach| Jokin Aperribay me preocupa. Me tiene intrigado desde hace unas semanas, meses quizá. Espero que todos los últimos acontecimientos ocurridos en el club, la marcha de Illarra al Madrid, la falta de fichajes, no se deban a un experimento, tipo Heidemarie Schwermer, la alemana que en los 90 decidió venderlo todo y probar durante unos meses el vivir sin usar dinero. Lo digo porque los meses de prueba se alargaron en el tiempo y 20 años después aún disfruta de tal estilo de vida.

Nada que objetar. Al contrario. Es una decisión valiente y aplaudible. El problema radica en que Aperribay no vive solo. Representa a un club centenario y tiene detrás una masa social apasionada y fiel que le pide algo más. Y no experimentos, precisamente. Tiene unas responsabilidades que cumplir, como cabeza de familia txuriurdin que es.

Como mal padre, Aperribay se ha lanzado al juego y sigue sentado en la mesa de póker, con su pareja de doses, desde que se inició la partida del verano y continúa tirándose faroles. Illarra, Seferovic...La gente alrededor le mira con gestos extrañados y siguen esperando que todo se deba a una estrategia milimétricamente planeada para que en el descarte le puedan subir otros dos doses, al menos. Menos que eso entraría ya en el pantanoso estado de la negligencia, ante una temporada como no veíamos desde hace más de 10 años.

El aficionado de a pie se encuentra en esa incómoda situación de tener paciencia y de querer confiar en el hombre que nos ha llevado hasta donde nos encontramos, pero que al mismo tiempo ve que se puede mejorar y que las cosas no se están haciendo como se deberían y no se atreve a protestar, aún. Si un guía te lleva por el medio de la selva, sorteando felinos, arañas y serpientes y te planta sano y salvo junto al pantano, confías en él. Ahora bien, si después te dice que te bañes en el pantano donde acabas de ver a un cocodrilo, entonces la confianza cambia radicalmente. No le vas a gritar, en un principio, pero si te sigue insistiendo no te va a quedar más remedio. Con Aperribay pasa igual. Lo ha hecho todo muy bien hasta ahora, pero con la venta de Asier y la falta de repuesto en tan importante lugar, nos está insistiendo en que nos bañemos con los cocodrilos y por ahí no vamos a pasar.

El Presidente realista se ha buscado, sin quererlo, una situación muy complicada e incómoda en el peor momento posible. La falta de confianza en Montanier terminó con el galo en Rennes. Su falta de paciencia con el Tata Martino, acabó con el argentino en Barcelona. Y lejos de tapar estos errores con una luz brillante y potente, decidió elegir un perfil bajo. El interino Jagoba Arrasate, treintañero sin experiencia y de la casa.

Esta elección tiene su riesgo, indudablemente. Si la cosa acaba bien y pasamos a la fase de grupos de la Champions y en liga seguimos el camino marcado la temporada pasada, la gente va a decir que es el equipo del año pasado, con un año más de experiencia y que ya apuntaba maneras. Por el contrario, si fallamos en Champions y malvivimos en liga, la gente se le va a tirar al cuello recordándole la venta de Illarramendi y la absoluta dejadez en el tema de incorporaciones ilusionantes y más, si cabe, con 30 millones en el banco. Jokin, los aficionados del fútbol somos cuervos y te sacaremos los ojos.

Lo que está claro es que la línea de la directiva es ésta. Es de un perfil bajo, sin grandes emociones y continuista. Aperribay quiere ser la Abeja Reina en una colmena ordenada y repleta de dulce miel, bien rodeado de zánganos como Loren y sin sobresaltos y así ha sido hasta ahora, pero las abejas han empezado a agitarse y la Reina debe hacer algo urgentemente para apaciguarlas. De momento, el insulso empate ante el Toulouse, un equipo sin chicha ni limoná, perdido en la mitad de tabla francesa, no ha ayudado a mantener la calma y cada vez son más las abejas furiosas fuera del panal. Por el bien de todos, esperemos que la llegada de Dos Santos calme la situación y que en la eliminatoria previa de Champions no nos terminen de fumigar.